Populismo punitivo

Volvemos a la Edad Media. La gente se agolpa en las casas de los detenidos o en las puertas de los juzgados pidiendo venganza. Me pregunto: ¿Por qué ocurre esto? Intentaremos aproximarnos a una explicación del panorama.

En primer lugar, quiero dejar claro que entiendo que la reacción de las víctimas sea una reacción desproporcionada, pues el dolor que siente la víctima es un dolor tan profundo que no le podemos exigir que reaccione de una manera fría y razonable.

El problema es que ahora toda la sociedad está tomando esa posición, clamando venganza cuando un sujeto comete un delito del tipo de los delitos contra la vida o contra la libertad e indemnidad sexuales. En cierto modo, es lógico que la gente sienta cierta repugnancia por la comisión de ciertos delitos, algo que tampoco es reprochable, pues todos tenemos, en mayor o menor grado, una capacidad empática que nos hace ponernos en el lugar de los demás.

Por tanto, es lógico que la gente rechace esos comportamientos. Sin embargo, llegar a verdaderos intentos de linchamiento no es recomendable. Recordemos que esta situación tenía vigencia en épocas como la Edad Media, donde la sociedad podía llegar a estar legitimada para castigar corporalmente al delincuente.

Y no es recomendable porque no produce efectos positivos. Esa reacción irracional de la sociedad se traduce fundamentalmente, a nivel de iniciativas legislativas, en la idea de la necesidad de elevar las penas para acabar con la delincuencia. La idea de agravar las penas (penas de muerte, cadenas perpetuas…), pues, es la expresión de esa rabia irracional, alentada por los medios de comunicación, que llevan a cabo manipulaciones informativas para distorsionar la realidad.

Primero, se lanza la idea de que en España no se cumplen las condenas. La gran mentira. Estamos cansados de oír noticias como “sale de la cárcel cuando ha cumplido solo X años de los Y a los que fue condenado”, “a los dos días están en la calle por buena conducta”, etc. Eso es mentira. En España las condenas se cumplen según la ley. Y es cierto que existe la posibilidad de acceder a regímenes penitenciarios como el tercer grado, la libertad condicional, o de disfrutar de permisos penitenciarios. Pero todo eso, significa seguir cumpliendo la condena. Lo que hacen los medios es equiparar cumplir pena con permanecer en prisión, con lo que distorsionan la realidad.

Segundo, la absurda idea de que a mayor pena mayor seguridad o menor delincuencia. El problema no está, frente a lo que muchos piensan, en la reincidencia, sino en el primer delito. Y el hecho de que las penas sean mas duras, no elimina el primer delito. Y si no, que le pregunten a los americanos. El problema está en que hay que invertir más en educación, en apoyo a las familias desestructuradas y en no dejar abandonados a los barrios marginales. Pero eso es mas costoso, por lo que es más fácil (y menos efectivo) hacer más cárceles. De los casos que están saliendo últimamente a la palestra, ninguno se hubiera arreglado con penas más largas: El caso de Mariluz, no fue cuestión de pena, sino que fue un fallo judicial. En el caso de Marta del Castillo, no creo que los presuntos culpables supieran las penas del Código Penal. ¿Alguien piensa que alguno de estos sujetos hizo un cálculo coste-beneficio a la hora de cometer el delito?

La conclusión de todo esto es que no debemos entrar en un círculo absurdo de endurecimiento de penas, que no lleva a nada. Y todas esas personas que firman para la imposición de la cadena perpetua deberían reflexionar y caer en la cuenta de que todos somos en parte culpables de que haya sectores sociales marginados y que sean caldo de cultivo de comportamientos delictivos. Por tanto, pido desde aquí a los medios de comunicación que no se sumen a esa ola primitiva de violencia penal y hagan su labor de informar objetivamente: lleven a más catedráticos a sus programas y a menos familiares de víctimas que, lógicamente, tratarán el tema desde el subjetivismo.

Published in: on 13 marzo 2009 at 17:35  Deja un comentario  

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